Nos encontramos ante una película de aquellas que parecen nacidas siendo ya de culto. Una serie B de aquellas a las que se pueden sacarle infinitos y variopintos puntos de vista, lecturas, teorías, mensajes, vamos, que a buen seguro tendrá su grupo de fans acérrimos. No obstante, la película es muy arriesgada, y puede que no acabe de cuajar con muchos paladares. Pues cabalga entre el experimento y el antojo personal de Adam Mason, en un total delirio de giros argumentales y una curiosa y divertida interacción de la voz en off narradora de la película con el espectador. Esto ultimo es lo mas curioso, y a la vez desconcertante, pues este narrador, no es que sea del todo simpático en algunos momentos. Y no durará en cuestionarnos las razones por las que nos encontramos viendo un film titulado “The devil´s chair. El narrador, además, es el conductor de la trama de la película, y esta atraviesa por diferentes momentos, buenos y malos, y los malos son sorprendentemente intencionados, justificados por un total guiño cinéfago (mas que cinéfilo). La historia, es bastante atractiva: Una silla que transporta a quien se sienta en ella al mismísimo infierno. Juega, como no (al mostrarnos tantos cambios), con diferentes atmósferas, diferentes estilos, diferentes monstruos, y lo peor de todo, que tanto jueguecito cinéfilo solo nos lleva a un final trillado, previsible y bastante malo. Y que éste, no acaba justificando tanto delirio y rompecabezas narrativo, y no deja al producto en nada mas que una simpática peliculita para pasar el rato.
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