domingo, 21 de diciembre de 2008

Gomorra



Matteo Garrone dirige lo que es la polémica actual sobre la mafia napolitana. Un Best-Seller, el de Roberto Saviano, desvela las fechorías de la Camorra napolitana. Estos lo ponen en busca y captura. La peli no tarda en llegar.

Obviamente se recurre al retrato crudo y realista, filmado en tono pseudo-documental. Lo mejor, no construir personajes. Presentamos uno de cada eslabón de esa organización mafiosa, cinco, y les vemos actuar. Eso si, no nos olvidemos de poner al chavalín que intenta ingresar en la banda, pues este, será el que protagonice las escenas más estremecedoras. No nos olvidemos de mostrar al malvado empresario que explota a las familias de agricultores ni de otorgarle a este una escena donde acabe humillado. Y por supuesto, en el momento de insinuar todo lo que hay detrás de la alta costura, lo hagamos como un cuento moralista.

Comprenderse, se comprende. Lo que propone Garrone es mostrarnos el microcosmos de cada personaje. En este, se toma cada decisión y cada paso a dar en la vida, condicionado siempre por la Camorra. Afirman que lo que consigue el director es una obra totalmente en la línea del neo-realismo italiano. Y yo pienso que es donde falla. Pienso que lo único que acaba haciendo es raspar por encima de las evidencias de Nápoles, cuando todos sabemos de sobra que el problema ni nace allí, ni se acaba allí. Aparte de que ni mucho menos es primicia de esa ciudad, que el tráfico de drogas mostrado, por ejemplo, lo tenemos al ladito mismo, dentro de cualquier rincón de España (paraíso del blanqueo de dinero de la mafia italiana). Y lo hace de una forma en la que no profundiza en ningún frente (y menos en el político)y lo único que nos queda es la sensación de película ya vista cien veces. Además de quedarnos sin haber escuchado ningún discurso concluyente y tan solo haber echado un vistazo por encima de todas esas fachadas. Probablemente mejor habría sido hacer uso de una trama donde esconder dobles lecturas que no este retrato de cámara latente dentro de las localizaciones suburbanas, vanguardista, exento de cualquier golpe de efecto que no sea el de restregarnos por la cara lo evidente, y tan previsible, que lo acaba siendo. Funciona, por supuesto. Y el film no es malo, en absoluto. Pero forma parte de un todo, junto al libro de investigación y la misma situación de su autor. Pero personalmente, como film solo, un servidor no comparte la misma opinión que el jurado de Cannes y del resto de la crítica…

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