domingo, 23 de octubre de 2011

Halloween 2, Rob Zombie, 2009

Por mucho que les pese a algunos, Rob Zombie es algo más que otro realizador de productos terroríficos sin mas. Rob Zombie es todo un artesano muy cercano a la autoria. Y lo ha conseguido al facturar una serie de productos con marca de la casa. Pero una marca muy especial. Esta alberga todo un baúl lleno de nostálgicos homenajes y impregnaciones satánicas de lo más laveyanas. Una brutalidad como no la veíamos desde los productos del American Gothic de los setenta más viscerales. Una fusión de los clichés del genero con una estética tejida entre lo camp, el gótico, el feísmo y la decadencia de los paisajes underground USA, ya sean estos últimos localizables en la América más profunda o en los suburbios urbanos más decadentes. Y si algo destaca en esta segunda entrega, que no es más que otro remake de una hiper-explotada saga iniciada por un magistral filme del maestro John Carpenter, es el haber sabido desarrollar y explotar uno de los aspectos más profundos e interesantes del villano protagonista de la serie “Halloween“. Y sobretodo, llevarlo al universo Rob Zombie, y que con ello consiga una version nueva, fresca y de lo más interesante. Algo digno de mencion al encontrarnos en mitad de una plaga de remakes insustanciales. Hablamos de esa faceta del Myers sobrenatural. La que le convierte en algo más que un simple matarife armado con un chuchillo. Hablamos de esa forma de ver a Myers que ya proponía Loomis en las primeras entregas de la saga, la de que era algo más que un psicópata asesino, Myers es el mismísimo mal encarnado en hombre. Para ello Rob Zombie introduce las figuras de su madre (obligada participación de su esposa Sheri Moon en todos sus filmes) y el propio Michael de niño acompañando al asesino. Consiguiendo además con estas figuras, excelentes planos con mucha fuerza visual, a caballo entre lo gótico y la fantasía medieval.


Como rockero satánico que ha demostrado ser Rob Zombie, no faltan añadidos en ese retrato de Michael Myers que lo acerquen a una maldad diabólica cercana al satanismo. Aparte de la brutal escena donde el asesino atraviesa un pentáculo de Baphomet coronado con tres seises, también encontramos en todo el metraje un buen número de elementos que nos conectan completamente con la versión del satanismo según Anton Lavey. El Padre oscuro fundador de la Iglesia de Satán, tal y como dice Jesús Palacios (1), aunque no lo parezca, odiaba y despreciaba las más famosas películas que a primera vista puedan parecer las más satánicas como podrían ser “El exorcista” o “La profecía”. Y lo hacía sobretodo por considerarlas propaganda judeocristiana. Anton Lavey adoraba todos aquellos films que mostraban la naturaleza cruel y sanguinaria de las personas como “La jungla de asfalto” de John Huston o “Scarface” de Howard Hawks. Adoraba a H. G. Lewis y su gore, y películas como “La matanza de Texas” de Tobe Hooper. Máxima dentro de la cual encajarían a la perfección las primeras películas de Zombie. Y lo que Lavey consideraba también satánico, era todo lo que conocemos como vintage. Todo lo olvidado y menospreciado con el paso del tiempo, acumula un especial poder satánico. Los viejos seriales radiofónicos, las novelas pulp, los cortos de animación de Disney (como el que podemos ver en Halloween 2 en el televisor junto a unas escenas en las que aparecen los Moody Blues interpretando “Nights in White Satin”, consiguiendo momentos inquietantes), los filmes de Corman y Price, y un largo etc… del que parece que Rob Zombie hace gala en toda su filmografía. Y como decíamos al principio, Zombie acostumbra a ubicar sus historias en parajes completamente desoladores, como podemos comprobar en el filme que nos ocupa si contémplanos esos planos generales de casas junto a cadavéricos árboles despojados de su follaje, interiores oscuros, sucios y de cromáticas decadentes, pósters de Alice Cooper incluidos. Ello también lo podemos encontrar en toda la fauna de personajes que pueblan su universo, donde abundan individuos que parecen albergar oscuros pasados y vidas duras y atormentadas (lo que se suele conocer como Whithe trash). Amén de hacer gala de trastornos o tendencias sexuales tan enfermizas como el enfermero en la escena de la ambulancia, o esa sugerencia de la amiga de Laurie de practicar una lluvia dorada con un desconocido disfrazado de hombre lobo en la fiesta. Fiesta plagada de freaks y orquestada por el psichobilly del Capitán Clegg (banda formada por el propio Zombie para la ocasión). Y hablando de música, atención a un inquietante travelling mientras escuchamos el tema “Love hurts” de Nan Vernon, estupendo. No se olvida de incluir los habituales cameos, Margot Kidder, Howard Hesseman, Caroline Williams, junto a unos impecables protagonistas donde cabe hacer especial mención a Brad Dourif en su papel de Sheriff Brackett. Halloween 2 no es que sea del todo perfecta, pero lo mejor de todo es que Rob Zombie parece ser del todo consciente de cuales son sus limitaciones y que intenta pulirlas. Y en este Halloween 2, encontramos un buen ejemplo de ello al ser una película notable en todos los aspectos.



(1): El Demonio en el Cine, Máscara y espectáculo. Valdemar, 2007.








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