viernes, 28 de octubre de 2011

Let´s Scare Jessica to Death / John D. Hancock, 1971





Nos encontramos ante un filme que podría ubicarse perfectamente entre aquellos títulos de cine fantástico influenciados por el ambiente que se vivía en los Estados Unidos en los revueltos setenta, sobretodo por el conflicto del Vietnam. En aquellos tiempos en los que hubo tanto movimiento contracultural, y muchos buscaban una huida de las grandes urbes para encontrar un modo de vida más enriquecedor espiritualmente en zonas ubicadas en parajes rurales. Como los protagonistas de Let´s scare Jessica to death, que inician esta aventura huyendo de Nueva York.


Y la protagonista, Jessica (Zohra Lampert), se encuentra huyendo además del traumático estado en el que se encontró tras la muerte de su padre. Un estado mental que por lo que vemos en los primeros minutos de la película la dejó sumida en una profunda depresión, con algún brote cercano a la esquizofrenia y con una enorme obsesión por la muerte que la llevó a un ingreso en un psiquiátrico. Pero no se trata de una obsesión fóbica, es mas bien una fascinación - la vemos sacando copias de lápidas con carboncillo y papel de calco para colgarlas en las paredes de su habitación, leyendo luego los epitafios completamente fascinada-. Fascinación del todo cercana, podríamos decir por ejemplo, a la del universo de Edgar Allan Poe.


Jessica, su marido (Barton Heyman), y un amigo que les acompaña, Woody (Kevin O´Connor), se instalan en una casa vieja de estilo colonial en Connecticut. En la casa encuentran a una bella y misteriosa hippie viviendo de okupa, Emily ( Mariclare Costello), con la cual enseguida confraternizan e invitan a vivir con ellos. El paraje idílico que buscan, el cual debería ser, y no solo para la desamparada y frágil Jessica, un placido y reconfortante lugar de descanso y evasión, se convierte en un lugar pesadillesco repleto de fenómenos extraños. La visita a un anticuario, les revela una vieja leyenda cuyo origen reside en su nuevo hogar. Jessica empieza a ver a una extraña muchacha vagando por los campos cercanos a la casa, y en el pueblo se encuentran con unos habitantes - todos varones- inquietantes y hostiles.


Todo ello acaba convirtiéndose en un infierno para la frágil Jessica, quien mientras ve como se desmorona su nuevo hogar, sufrirá en su interior el debate de si todo lo que ocurre es fruto de su mente o si realmente se encuentran en un pueblo repleto de muertos vivientes. Pero no nos encontramos ante el tipo de producto de terror en el que el componente fantástico se centra en el tramposo debate de alguien con problemas emocionales sin saber si sus visiones son ciertas o falsas. Let´s Scare Jessica to Death es una historia de horror puro y duro desde el principio hasta el final. El ambiente que impera en todo el filme es malsano y pesadillesco. De acuerdo que la voz en off de nuestra protagonista desde el principio de la película y durante todo el metraje nos da evidencias de sobra para dudar de su salud mental, pero el resto del conjunto nos ofrece muchos elementos terroríficos físicos, como iremos descubriendo durante el metraje y no conviene desvelar.


Es una película donde la muerte está presente por todas partes, además de las aficiones por las lápidas de Jessica, los protagonistas viajan en un coche fúnebre -es más barato que una station vagon, afirma el marido-, la casa en la que se instalan está repleta de viejas fotografías perturbadoras - Jessica, en algunos momentos, parece percibir la presencia y escuchar a los espíritus de las personas fotografiadas en esos retratos de principios de siglo-, así como de sombras y de una funda de contrabajo sospechosamente similar a un ataúd gobernando la entrada de la casa. La banda sonora de Let,s Scare Jessica to Death, acompaña a todos esos matices y texturas asfixiantes de la película, con unas melodías en ocasiones turbadoras y pesadillescas. Un conjunto fantasmal, con momentos tan brillantes como cuando emerge del lago el personaje de Emily en una escena que desprende un magnífico aire de vampirismo gótico, los inquietantes y temibles habitantes del pueblo que parecen extraídos de algún episodio de The Twilight Zone o las apariciones de la misteriosa muchacha silenciosa que parece querer advertir a Jessica de los peligros que la acechan, convierten al film de Hancock en una de las mejores películas de terror de esa época. Una película de atmósferas sobrecogedoras, donde el horror se transmite más en forma de sensaciones, pero un filme imprescindible para el aficionado al género. Y no es ninguna exageración.

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