jueves, 27 de octubre de 2011

Santa Sangre / Alejandro Jodorowsky 1989

Poeta, escritor, actor, director de cine, mago, psichochaman. De joven fundó junto a Fernando Arrabal y Roland Topor en Chile “El movimiento Pánico”:
-"Entonces queríamos reírnos de la filosofía francesa, tan seria, aunque ahora, tal como está el mundo, deberíamos reírnos de la filosofía mundial, que no ha servido de nada"- sostiene el propio Jodorowsky. Mimo, aparte de crear el teatro de mimos y realizar obras en el Teatro Experimental de la Universidad de Chile en los 50, mas tarde forma parte durante muchos años de la compañía teatral del aclamado Marcel Marceau. Guionista de infinidad de comics, en colaboración con dibujantes como Moebius. Entre sus colaboraciones en el mundo de la historieta destacan “El Incal” o una adaptación de “Dune”. De la cual estuvo a punto de florecer una interesante adaptación cinematográfica dirigida por el mismo Jodorowsky, contando también con Salvador Dalí interpretando el papel del emperador de la galaxia, H.R. Giger y el mismísimo Orson Welles. Les recomiendo indagar sobre como se puso en contacto con esos artistas.


Jodorowsky empezó a hacer cine allá por los setenta en México, donde realizó obras como “Fando y Liz” o “El topo”. Con esta ultima se llevó a la critica especializada al bolsillo, aunque no ocurre lo mismo con el público, con quien no acabó de cuajar este western psicodélico. No sería hasta 1989 cuando se embarca en el rodaje de “Santa sangre”, escribiendo el guión mano a mano con Claudio Argento, hermano de Dario, quien también se encarga de la producción.


-“Si la severidad era la base de la educación que yo debía recibir, por ser hombre y no mujer, mi madre se esmeró en aplicarla"- Jodorowsky.


Sin duda, “Santa sangre”, aparte de contener todas esas obsesiones chamánicas y artísticas que caracterizan a Jodorowsky, la podríamos resumir como una fábula sobre el despertar de un niño sometido a un estricto control materno al mundo real, en el que deberá encontrarse a sí mismo. A ese niño nos lo presenta criándose en un circo, rodeado de payasos (a estos nos los muestra comportándose como payasos dentro y fuera de las funciones. En ningún momento dejan el maquillaje, las ropas o sus bromas y piruetas), de músicos que van interpretando musicalmente cualquier suceso ocurrido en ese circo (y toda la banda sonora del film consiste en canciones o cumbias mexicanas). A un padre, amo y señor del circo, lanzador de cuchillos y el que desencadenará la desgracia que conducirá a ese niño a dar con sus huesos en un psiquiátrico, ante la aparición del inquietante personaje de “la mujer tatuada” ( Thelma Tixou). Una sensual y maciza hembra que arrastrará al padre de nuestro protagonista (entre danzas y contoneos culebriles) al adulterio, desencadenando la ira de la madre del chaval (una trapecista y sacerdotisa de una secta, en la cual adoran a una virgen que perdió los brazos en una violación), en una espléndida escena violenta y con toques gore exquisitos, siendo testigo de ello el niño. Para plasmar ese mundo circense, Jodorowsky nos brinda espectaculares escenas como la del entierro del elefante. Ese tipo de escenas que desprenden tal dramatismo que se te quedan grabadas de por vida. Y todo ello es narrado pausadamente, y con un aire onírico desgarrador.


El pequeño Fénix se hace mayor. A partir de aquí nos encontramos con un extraño film de terror con varios toques o cruces de géneros y atmósfera, algunos referenciales, otros no. Pero eso si, mágicos. Desde los números de ventriloquia, magia o esa representación del clásico de la Universal The invisible man, hasta aquella figura materna sin brazos y dominante del final, a la cual le acaba prestando sus brazos. Recalcar también la inquietante escena del cementerio o aquellos chicos con síndrome de down engatusados por el macarra. La recreación lírica de los suburbios y barrios de putas y mangantes. El estado en que se encuentra Fénix en el psiquiátrico en el periodo que se queda sin madre, como si hubiera perdido cualquier conexión con la humanidad, y se encontrara en un estado salvaje y primitivo. Y todo ello, dentro de lo que es una historia sencilla y muchas veces contada. Pues el argumento es bien simple. Una vez llegado el final, uno se da cuenta de que la fuerza de la película reside en las pinceladas con que está creada la obra, los colores, los pequeños detalles, mas que la imagen que recrea. Y insisto, detalles de esos que quedan grabados en nuestras mentes durante tiempo. Algo similar a admirar un cuadro. O una obra maestra ¿Y es que hay alguien que no la considere como tal?

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